miércoles, 18 de septiembre de 2013

Sonrisa gris

La vi llegar con su sonrisa gris, ya no la odio, no creo que lo haga a propósito, pero sabe que me entristece su presencia. A veces le invento un halo de misterio y profundidad para no sentirme vulgar junto a ella, para creer que solo está porque yo la busco y no porque ella aparezca quiera yo o no quiera. 

Me gusta pensar que la mía es diferente, más interesante que el resto de sonrisas grises que acompañan al resto del planeta. Me gusta ocultarla tras una cortina de seda que solo deje deducir, atisbar, suponer, por ser símbolo de seguridad o de fracaso. 

Estúpida sonrisa sin expresión, tarde o temprano serás lo que yo quiera que seas, aparecerás cuando te necesite, te convertirás en la verdad que ahora finjo y serás simplemente, sonrisa.

lunes, 3 de junio de 2013

Recuerdos

Los recuerdos como sueños, algunos se borran del todo, otros se difuminan hasta no recordar líneas, colores, olores... Las palabras dejan de ser literales y las interpretaciones se multiplican a cada segundo. La búsqueda de la claridad, de la realidad se convierte en una carrera angustiosa. El esfuerzo por recordar, por no olvidar aunque quizás fuese lo más adecuado. ¿No podemos? o ¿No queremos? Mártires de nuestra propia mente, de nuestro propio cuerpo, de nosotros mismos. Buscando hasta el último detalle en nuestros recuerdos, en el pasado, dándole cientos de significados para encajarlos en un presente al que obligamos a tener sentido para sentirnos dueños de nuestras vidas.




sábado, 17 de noviembre de 2012

Jazz

Me gusta el jazz. Me gusta el jazz porque es diferente. Me gusta la improvisación, me gusta la iniciativa, me gusta el amor que los músicos ponen cuando tocan jazz, me gusta lo que significa. Me gusta porque no hay normas. El jazz huele a clase, huele a juego, huele a humo del puro de un magnate que besa la mano de una señorita con guantes negros. Gente con amor, con talento, con fuerza que dejan de ser ellos mismos para ser un compás, un sonido, una nota. Convertirse en música, la gran protagonista de todos los momentos de una vida. Me gusta el jazz porque no lo entiendo, y porque no tengo que hacerlo. 


                    

lunes, 5 de noviembre de 2012

La dulce nada

Era de noche y llovía. Adoro escuchar la lluvia desde la cama. Es una invitación a dormirme y desconectar de lo humano por unas horas, pero ese día... ese día era diferente.

El insomnio se me clavaba como las espinas de una rosa haciéndome sangrar. Sentía esa presión debajo del pecho que venía siempre después de un acontecimiento conectado a la vulnerabilidad. De hecho, me sentía vulnerable. Como una mascota perdida que espera inmóvil a que la rescaten. Era un castigo merecido, impuesto solo por mí mismo. 

Que injusticia. La lluvia no conseguía que me durmiera esta vez. Sabía que la vulnerabilidad volvería al despertar, pero me consolaba pensar que durante unas horas no sentiría miedo, ni confusión, ni angustia, ni frustración. Me esperaba una dulce nada, una negra, dulce y apacible nada.

Y cuando la presión estaba siendo insoportable desapareció, y desaparecí yo, pero no sentí el vacío de no sentir nada. No era consciente de ello. Quise alargarlo pero no pude.  Me desperté, y la presión me dio los buenos días, y mientras me ataba el lastre que arrastraría todo el día pensé en la noche, y en la lluvia y en la dulce nada, pero esta vez no me sentí consolado. Y me asusté mucho. Algo en mi interior hizo que la idea de una recompensa mayor se pasara por mi cabeza.

¿Nadie piensa en la dulce nada cuando se despierta? ¿Como puede ser? Es la sensación más agradable y apacible que he sentido en meses. Me puse la máscara y el abrigo y desee volver a verla pronto, desee abrazarla mientras dormía, desee que estuviera conmigo. Cuando estábamos solos no tenía miedo, ni me sentía vulnerable, ni angustiado, solo la sentía a ella. NADA.


jueves, 1 de noviembre de 2012

El infierno


Bajé al infierno porque quería pactar con el diablo y me vi allí, bailando en una hoguera, quemándome y desapareciendo sin ningún tipo de expresión en la cara. Me dolía ver la situación, aunque a mi otra yo no parecía que el fuego le hiciera daño ¿Cuál era mi propuesta entonces? ¿Dejar de quemarme? Ni siquiera sabía que era eso lo que pasaba hasta que decidí bajar a allí.

De repente me sentí confusa y me di cuenta de que aquello era demasiado grande para mí, que no importaba lo inteligente y buena negociadora que fuera en la Tierra. Ese no era mi territorio y sentí miedo de mirar al diablo a los ojos. No estaba preparada. No hasta que pudiera derrotar a mis propios demonios. No hasta que pudiera verme arder en la hoguera con la misma expresión que ella, ninguna.

Ese viaje me había dejado sin fuerzas, me encontraba profundamente cansada, exhausta para recorrer el camino hacia mi libertad. Entonces me propuse quedarme allí, en la tierra de la oscuridad. No pactaría con él, sería demasiado fácil, y tendría consecuencias eternas. Así que me senté en un rincón, muerta de miedo y me condené a quedame allí, viéndome arder, hasta que mi expresión fuera la misma que la de ella. Solo en ese instante sabría que ya estaba lista para mí, para volver, para seguir, para ser.

lunes, 8 de octubre de 2012

¿Estoy vivo?

Me hace esperar sentado en tierra mojada, sé que tarde o temprano llegará, pero no deja de llover y estoy mojado. No tengo frío, no estoy asustado, me gusta el sonido del agua impactando en mi piel, hace que me sienta vivo ¿Estoy vivo? me pregunto a veces. Y una voz en mi cabeza me dice que qué clase de pregunta es esa. Pues claro que estoy vivo, mi corazón late y mis pulmones respiran, pero yo siempre voy más allá. Siempre recorro un poco más de camino, siempre veo unos metros por delante ¿De verdad estoy vivo? Solo siento agua en mi piel ¿Es eso estar vivo? Y la voz de mi cabeza repite que qué clase de pregunta es esa. Pues claro que estoy vivo, si no lo estuviera no sentiría el agua. Pero cuando llegue, cuando deje de esperar, me levantaré de este charco y dejaré de hacerme preguntas estúpidas. Y dejará de llover. Y dejaré de estar para sentir...me vivo.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Yo soy viento

Solo, sentado, mirando al fuego, que arde dentro, que quema hasta arrasar, que aviva el miedo de un incendio pasado. No hay vida, no hay aire, solo humo negro que impide respirar.
Fuego entre el pasado y el futuro.
Fuego que calienta y cura, fuego que quema y hiere.

¿ Y tú? Tú eres fuego. ¿Y qué soy yo? Yo soy el viento. Obligado a correr entre las llamas, como si no quemasen. Encargado de excitarlas y llevarlas a la cumbre, como si fuese malo. Culpable de extenderlas y arrasarlo absolutamente todo, incluso a mí mismo. Destino irónico que me obliga a volver a nacer para quemarme vivo, sin que nadie escuche mis llantos sordos, esperando a desaparecer, esperando a dejar de soplar, esperando mi propia muerte, esperando renacer para volver a quemarme.